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Revolución de Mayo

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Plantilla:SucesosArg Todos los acontecimientos de la semana de mayo parten de la discusión del 22 de mayo de 1810, cuando parte de los exponentes manifestaban la necesidad de independizarse de España y crear una nueva nación libre e independiente tanto económica como política. Otro sector más conservador señalaba la necesidad de continuar bajo el manto realista frente a la incertidumbre de los acontecimientos en Europa, en parte también en protección de sus propios intereses económicos y sociales. Un último grupo, de carácter ecléctico, pretendía una nación libre e independiente pero sostenía que no era el momento apropiado: había que esperar el desarrollo de los sucesos en el viejo continente. Esta última posición se adoptó el 25 de mayo de 1810: ese día se constituyó en Buenos Aires la Primera Junta, cuyos miembros reemplazaron al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Una serie de sucesos, conocidos como la Semana de Mayo, provocaron esta revolución que culminó en 1816, con la Independencia de Argentina de la Corona española.

Con la llegada de una fragata inglesa a Montevideo, el 13 de mayo de 1810, se confirmaban los rumores que circulaban en Buenos Aires: las tropas de Napoleón Bonaparte habían invadido España y habían apresado y destituido al rey Fernando VII, siendo reemplazado éste por José Bonaparte (hermano de Napoleón). Esto significaba que el poder de la corona se había trasladado al Consejo de Regencia, instalado en Cádiz, sitiada por tropas francesas. La disyuntiva era clara: si la autoridad de la que emanaba el poder del virrey había cesado, el poder quedaba vacante.

Causas Políticas

En la segunda mitad del siglo XVII, España adoptó una política inteligente y generosa respecto de la región sur de América. Ya se comprendía que la riqueza de las naciones no consistía solamente en metales preciosos sino en recursos que podían extraerse de la naturaleza, bases de la industria y el comercio. Así pues, se hizo de Buenos Aires la capital del Virreinato del Río de la Plata en 1776, una enorme extensión de praderas, bosques, yacimientos minerales, grandes ríos y salidas al Atlántico y al Pacifico. Se liberó parcialmente su tráfico comercial con puertos españoles y americanos, se establecieron servicios de correo, se instaló una audiencia y un tribunal de comercio, se fundaron nuevas ciudades y se embellecieron las existentes, se enviaron excelentes funcionarios, etc.

Sin embargo, esto se derrumbó entre 1806 y 1807 cuando los británicos invadieron e intentaron apoderarse de Buenos Aires. Éstos fueron rechazados por el pueblo y los patriotas. El gobierno de Carlos IV demostró su incapacidad en todos los terrenos. Quedó evidenciado que en el plano militar España era inhábil, ya que los vecinos de Buenos Aires se las habían tenido que arreglar solas para expulsar a los invasores. Las invasiones inglesas tuvieron tres consecuencias que sirvieron para la Revolución: la formación de milicias criollas; el aumento del poder político de los criollos y el desprestigio de los españoles.

Santiago de Liniers, el líder de la reconquista de de la ciudad durante las invasiones inglesas, había sido nombrado Virrey en reemplazo de Sobremonte. Pero cuando se supo que Napoleón estaba gobernando en España se le exigió que renunciara, por miedo a que le entregara los dominios a Napoleón. Liniers se negó a esto y entonces el gobernador de Montevideo desconoció su autoridad y formó una Junta de Gobierno independiente, similar a las que había en España en representación de Fernando VII.

Causas Exteriores

En 1776, mientras se creaba el virreinato del Río de la Plata, los Estados Unidos declaraban su independencia. Los colonos eran bastante autónomos, pero solo podían exportar sus productos a Inglaterra y pagaban altos impuestos. Lo que más los irritaba era que el Parlamento les imponía contribuciones pero no admitía a sus representantes. Este ejemplo de independencia alborotó a las colonas españolas de América del Sur, ya que veían que era una república de carne y hueso que funcionaba. A todo esto, estalló en Francia la revolución francesa. La injusticia social por parte del clero y los nobles, las nuevas ideas políticas y la incapacidad del rey Luis XVI para gobernar crearon una gran inquietud. El 14 de julio de 1789 el pueblo asaltó la cárcel de la Bastilla, y la revolución se extendió a todo el país. El 26 de Agosto se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, basada en el lema “libertad, igualdad y fraternidad”. Las nuevas ideas comenzaron a aparecer.

En 1799, el general Napoleón Bonaparte fue nombrado emperador de Francia. Las monarquías vecinas miraban con desconfianza el poderío militar napoleónico. Los británicos, rivales de Francia, encabezaban la oposición, pero Napoleón logró vencerlos. En la batalla de Trafalgar de 1805, Inglaterra venció la flota francesa y la española, y quedó como soberana de los mares; pero en el continente, Francia seguía imbatible. Napoleón organizó un bloqueo continental y casi nadie pudo comerciar con los ingleses. Con esto, Napoleón esperaba que Gran Bretaña –al no poder vender sus productos- entrara en una grave crisis económica.

Gran Bretaña se encontraba en plena revolución Industrial y, al producir mucho, necesitaba vendérselo a alguien. Esto estaba impedido por el bloqueo de Napoleón; entonces, Gran Bretaña debía hallar nuevas rutas y destinos comerciales. El Cabo, Montevideo y Buenos Aires eran sus únicas alternativas. Gran Bretaña, entonces, apoyó le independencia de las colonias españolas.

Portugal, al ser una aliada de Gran Bretaña, se opuso firmemente al bloqueo continental, entonces Napoleón decidió atacar Portugal, pero no sin antes pasar por España y tomar la corona. El emperador francés convocó a la familia real en Bayona en 1808 y obligó al rey Fernando VII a entregarle la corona y la transfirió a su hermano José Bonaparte, mientras sus tropas ocupaban vastas regiones de España. Esto provocó una tremenda reacción en el pueblo español, que se sublevó espontáneamente. Se formaron juntas populares y regionales, que luego enviaron delegados a una junta central. Mientras tanto, Napoleón estaba ocupando gran parte de España, pero no había podido ocupar Andalucía, donde estaba la Junta de Sevilla.

Esta situación no fue para nada favorable al virrey Liniers. Pese a ser devoto vasallo del rey de España, su condición de francés lo hacía sospechoso a los rioplatenses. A mediados de 1809 llegó el nuevo virrey, el marino español Baltasar Hidalgo de Cisneros. Sin embargo, en mayo de 1810 llegó la noticia de que Napoleón había ocupado Andalucía, donde estaba la última Junta española en contra de los franceses. Esto causó una enorme conmoción y desencadenó los hechos de Mayo, ya que el virrey había quedado sin autoridad.

Viernes 18 de mayo

El virrey Cisneros intentó ocultar las noticias llegadas desde España. Sin embargo el rumor había corrido por toda la ciudad. Decidió entonces dar a conocer su versión de los hechos mediante una proclama, intentando calmar a los criollos. Pidió lealtad al rey español Fernando VII, pero ya era tarde: la agitación popular se hacía cada vez más intensa. Algunos criollos no se dejaron engañar y se reunieron en las casas de Nicolás Rodriguez Peña y de Hipólito Vieytes. Durante estas sesiones secretas se tomó una decisión: nombrar una comisión representativa para que pidiera al virrey un Cabildo Abierto, es decir, una reunión extraordinaria. Allí se discutiría si Cisneros debía seguir gobernando.

Sábado 19 de mayo

Cisneros recibió a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez, quienes le formularon la petición. Lo urgieron para que la convocatoria fuera realizada al día siguiente. El virrey no se decidía ya que pensaba que un Cabildo Abierto podría resultar en su contra. Decidió que ganar tiempo era imprescindible, y citó a los jefes militares en su residencia de gobierno, el Fuerte, para saber si lo apoyarían.

Domingo 20 de mayo

Los jefes militares se presentaron en el Fuerte a últimas horas de la tarde. El criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios e integrante de la Sociedad de los Siete, concurrió a la reunión. Cuando Cisneros reclamó una respuesta a su petición de apoyo, Saavedra respondió que debía renunciar, ya que la Junta que le nombró no existía. Sólamente defendió la posición de Cisneros el síndico procurador del Cabildo, Julián de Leiva.

Lunes 21 de mayo

A las 9 de la mañana, el Cabildo inició sus trabajos de rutina, pero se vieron interrumpidos por hombres y mujeres armados que ocuparon la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, y exigieron a gritos que se convocase a un Cabildo Abierto y se destituyese al virrey Cisneros. Entre los agitadores se destacaron Domingo French y Antonio Beruti. Cisneros, finalmente, firmó la autorización para la anhelada asamblea del día siguiente.

Martes 22 de mayo

El Cabildo Abierto se inició a las 12 del mediodía. Se imprimieron 600 invitaciones de las que se repartieron solo 450. La lista de invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad. Muchos no concurrieron por temor, siendo 251 los que se presentaron. El debate duró 4 horas, viéndose interrumpido por momentos de gran desorden. Hubo dos posiciones enfrentadas: la del obispo de Buenos Aires, Benito de Lué, que marcaba la necesidad de no hacer cambios, y la de Juan José Castelli, que sostenía que los pueblos americanos debían asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al trono.

Miércoles 23 de mayo

Luego de los discursos presentados el día anterior, el Cabildo se volvió a reunir para votar por la continuidad del virrey (solo o asociado) o por su destitución. El resultado de la votación (69 a favor y 155 en contra) resolvió que Cisneros debía cesar en el mando. Prevaleció finalmente la propuesta de Saavedra. Leiva sugirió que Cisneros fuera el presidente de la Junta que se iba a designar, y para ello confeccionó una lista de los futuros miembros. Los criollos Saavedra y Belgrano, integrantes de la lista, se presentaron en el Cabildo y se negaron a aceptar esa propuesta.

Jueves 24 de mayo

Reunido el Cabildo, vuelve a proponerse la formación de una Junta presidida por el ex virrey y con 4 vocales criollos. Dicha Junta se mantendría hasta la llegada de los diputados del resto del Virreinato. La Junta estaba formada por Cisneros, Saavedra, Juan N. de Solá, Castelli y José Santos de Incháurregui. El Cabildo aprobó la Junta pero no dieron la noticia al pueblo hasta conocer la opinión de las fuerzas militares. Éstos son convocados y la jura se produjo a las 15. Pero cuando la noticia fue dada a conocer, el pueblo volvió a agitarse. Opinaban que "lo de Cisneros presidente de la Junta es igual a Cisneros virrey". Con la tensión popular, Saavedra y Castelli renunciaron. A las 20, los revolucionarios se reunieron en la casa de Rodriguez Peña y comenzaron a enviar emisarios que lograrían la renuncia de los otros miembros.

Viernes 25 de mayo

Durante la mañana, los cabildantes se reunieron dispuestos a rechazar las renuncias, aduciendo que la Junta no tenía facultades para negarse a ejercer un poder que el pueblo le había conferido. Pero dos hechos precipitaron la crisis: las milicias de Patricios, al mando de Saavedra, quitaron su apoyo a Cisneros y la presión del pueblo.

El Cabildo no tuvo otra alternativa que pedir la renuncia a Cisneros y disolver la Junta que presidía. Los patriotas aprovecharon para plantear que el pueblo debía asumir la autoridad. Así nació la Primera Junta de Gobierno.