Ir al contenido

Conquista de Gran Canaria

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Conquista de Gran Canaria
Parte de la conquista de las islas Canarias y de la guerra de sucesión castellana

Rendición de Gran Canaria (1906) de Manuel González Méndez.
Fecha 24 de junio de 1478-29 de abril de 1483
Lugar Gran Canaria (islas Canarias)
Casus belli Expansión europea en el Atlántico
Resultado Victoria castellana
Consecuencias Incorporación de la isla a la Corona de Castilla, colonización europea y desaparición de la cultura aborigen
Beligerantes
Corona de Castilla
Apoyados por:
Aborígenes del bando de Gáldar (a partir de 1482)
Aborígenes canarios
Apoyados por:
Reino de Portugal (brevemente en 1478)
Comandantes
Juan Rejón
Juan Bermúdez
Pedro de Vera
Tenesor Semidán (a partir de 1482)
Tenesor Semidán (hasta 1482)
Doramas (†)
Bentejuí (†)
Faycan de Telde (†)
Fuerzas en combate
≈ 670 peones y 40 jinetes (1478-1480)
≈ 830 peones y 125 jinetes (1480-1483)
≈ 600-700 guerreros (1478)
≈ 100 guerreros (1483)
Bajas
≈ 250 muertos y centenares de heridos ≈ 300 muertos y centenares de heridos y cautivos

La conquista de Gran Canaria fue un proceso histórico que tuvo lugar entre 1478 y 1483 durante el cual la isla de Gran Canaria, en el archipiélago atlántico de Canarias, fue incorporada a la Corona de Castilla mediante una ocupación militar del territorio habitado por los aborígenes canarios. Fue la primera de la denominada etapa realenga de la conquista de las islas Canarias, pues fue promovida y financiada directamente por los Reyes Católicos. Asimismo, formó parte en sus inicios de los conflictos habidos entre Castilla y Portugal durante la guerra de sucesión castellana.

La conquista duró casi cinco años debido tanto a la resistencia de los aborígenes, quienes se aprovecharon de la difícil orografía insular, como a las disensiones que se produjeron entre los conquistadores y la falta de refuerzos.[1]​ Se distinguen dos fases principales: una primera entre 1478 y 1480 caracterizada por el estancamiento del proceso debido a los problemas internos entre la hueste conquistadora, y una segunda, entre 1480 y 1483, en que bajo el mando único del gobernador Pedro de Vera se intensificó la presión sobre los canarios.[2]

Como resultado de la victoria castellana la isla pasó a formar parte de la Corona de Castilla, fue progresivamente colonizada por pobladores europeos y la cultura aborigen desapareció. Los antiguos canarios fueron en parte expatriados y en parte incorporados a la nueva sociedad.

Fuentes para su estudio

[editar]

Las principales fuentes para el conocimiento de los hechos sobre la conquista de Gran Canaria se pueden dividir en dos grupos: la documentación oficial contemporánea a los acontecimientos, y las crónicas o relaciones, tanto coetáneas como posteriores.

En el primer grupo se engloban los documentos encontrados por los investigadores modernos en los archivos españoles, como son el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla o el Archivo General de Simancas.[3]​ Destaca también la información de méritos de Fernando Guanarteme, conocida en la historiografía como «información guanartémica», mandada realizar por su hija Margarita Fernández en 1526 y que aporta numerosos detalles sobre la conquista.[4]

En el segundo se agrupan tanto las crónicas escritas en la península ibérica por autores coetáneos o muy próximos a los hechos, como las confeccionadas en el archipiélago canario en el siglo posterior a la conquista. Entre las primeras, los autores Alfonso de Palencia, Hernando del Pulgar, Diego de Valera y Andrés Bernáldez dedicaron algunos capítulos de sus crónicas sobre los Reyes Católicos a la conquista de Canarias.[5][6]

Entre las obras realizadas en Canarias destacan las conocidas como «crónicas de la conquista» (manuscritos Lacunense, Matritense y Ovetense), que según los investigadores serían copias o extractos del siglo XVI de una crónica primitiva. Esta desaparecida crónica-madre habría sido confeccionada entre finales del siglo XV y comienzos del siguiente por el entorno familiar del alférez mayor de la conquista Alonso Jáimez de Sotomayor.[7][8][9]

Otras dos relaciones históricas estrechamente relacionadas con estos manuscritos son las atribuidas a los supuestos conquistadores Antonio Cedeño y Gómez Escudero. En realidad se trataría de autores espurios y obras confeccionadas tardíamente.[10][11]

Asimismo, sobresalen también en este cuerpo de fuentes tradicionales las obras de Juan de Abréu Galindo y Leonardo Torriani, Historia de la conquista de las siete islas de Canaria y Descrittione et historia del regno de l'isole Canaria respectivamente, confeccionadas en la segunda mitad del siglo XVI y cuyos autores utilizaron para su redacción algunas fuentes que no han llegado a nuestros días.[12]

Las obras de autores del siglo XVII como Tomás Arias Marín de Cubas o fray José de Sosa, solo compilan e interpretan las crónicas preexistentes, siendo a partir sobre todo del siglo XVIII con José de Viera y Clavijo cuando comiencen los estudios críticos y la contrastación de los textos clásicos con la documentación de los archivos, que se intensificará ya en el siglo XX.[13]

Antecedentes

[editar]

Gran Canaria antes de la conquista

[editar]
Una pareja de aborígenes de Gran Canaria según dibujo de Leonardo Torriani (1590).

La isla de Gran Canaria estaba habitada desde por lo menos el siglo I a. C. por uno de los pueblos aborígenes que poblaron el archipiélago procedentes del norte de África, relacionados genética y culturalmente con los bereberes.[14][nota 1]

Los canarios permanecieron en un relativo aislamiento durante buena parte de la Edad Media hasta el redescubrimiento del archipiélago para los europeos por parte de navegantes genoveses en el siglo XIV.[17]

En la fase final de su cultura, entre los siglos XIII y XV d. C., los antiguos canarios conformaban un pueblo que se hallaba en un estadio entre una sociedad de jefatura y una de tipo protoestatal. La isla estaba dividida en dos demarcaciones territoriales, bandos o reinos, el de Gáldar y el de Telde, gobernados cada uno por un rey o guanarteme, a quien seguía en jerarquía el líder religioso o faycan, todos ellos miembros de un linaje común. La sociedad estaba dividida en dos clases: una «noble» que controlaba los medios de producción, y otra «villana» que conformaba la fuerza de trabajo. Poseían una economía basada principalmente en la agricultura cerealista excedentaria, apoyada por una importante actividad ganadera de cabras y ovejas. Habitaban en cuevas, tanto naturales como artificiales, y construían casas de piedra conformando verdaderos poblados. Vestían trajes confeccionados con pieles o con tejidos vegetales, su industria era fundamentalmente lítica y de madera, debido a la inexistencia de metales en la isla, y utilizaban una cerámica sin torno.[18]

Según las fuentes históricas, en los momentos previos a la arribada de los conquistadores la isla se hallaba envuelta en conflictos internos. La muerte casi consecutiva de los dos guanartemes y la minoría de edad de sus herederos legítimos, provocó que la regencia de ambos gobiernos recayera en un tutor, cuya autoridad no fue reconocida por parte de la población.[19][20]

Los guerreros canarios y su armamento

[editar]
Representación idealizada de un guerrero aborigen canario portando una lanza de madera.

Aunque las fuentes tradicionales señalan un contingente guerrero de seis a diez mil individuos, estos datos se referirían a los periodos previos al inicio de la conquista castellana en 1478. A lo largo de finales del siglo XIV e inicios del siglo XV sobrevinieron en la isla una serie de epidemias y conflictos internos que derivaron según las fuentes en la desaparición de dos tercios a tres cuartas partes de la población. Así, a la llegada de los conquistadores el contingente defensivo insular era de unos seiscientos a setecientos «hombres de pelea».[21][22]

Los guerreros aborígenes son descritos en las crónicas como «grandes é muy lijeros, y braceros y esforzados, é muy feroces».[22]​ Los estudios antropológicos recientes han demostrado que la sociedad de los antiguos canarios se caracterizaba por «la existencia de una violencia culturalmente aprobada, empleada con frecuencia en la resolución de conflictos». Los varones comenzarían a ejercitarse para la guerra a la edad de trece años.[23]

Sus armas principales eran dardos y lanzas de madera aguzadas y endurecidas al fuego, en ocasiones rematadas por cuernos de cabra a modo de regatón.[24][25]​ Por su parte, los guerreros nobles portaban unas porras o mazas de madera denominadas magados, y que eran distintivos de su clase social.[26]​ Tras sus contactos con los europeos, comenzaron además a confeccionar espadas y escudos de madera, imitando las de estos.[27]

Eran muy diestros en el lanzamiento de piedras y el esquive de proyectiles,[28][29]​ y poseían también algunas armas modernas que habían logrado como despojo de sus enfrentamientos con los europeos a lo largo de los años.[30]

Intentos previos de ocupación europea

[editar]
Los portugueses, bajo las órdenes del infante Enrique el Navegante, intentaron en varias ocasiones sin éxito la conquista de Gran Canaria.

Gran Canaria sufrió varias tentativas de conquista a lo largo del dilatado proceso de incorporación del archipiélago a la Corona de Castilla, que se había iniciado en 1402 con la invasión normanda de Lanzarote por parte de Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle. No obstante, tanto los diferentes titulares del señorío de Canarias como el reino de Portugal, en pugna con Castilla por la expansión atlántica, fracasaron en sus tentativas.[31]

Destacan la expedición portuguesa enviada por el infante Enrique el Navegante en 1424. Comandada por el capitán Fernando de Castro, constaba de un ejército de dos mil quinientos peones y ciento veinte jinetes. Tras desembarcar en la isla y lograr que numerosos canarios se convirtieran al cristianismo, los portugueses no pudieron proseguir la conquista por falta de avituallamiento.[32]

Posteriormente, el señor consorte del archipiélago Diego de Herrera mantendrá como prioridad de su gobierno señorial el incorporar Gran Canaria al señorío de su esposa. Así, logró establecerse en la isla entre 1459 y 1476, periodo durante el cual se alternaron épocas de paz con otros de hostilidades mutuas entre castellanos y aborígenes. No obstante, a pesar de que Herrera llegó a pactos con los reyes aborígenes y construyó sendas torres en la costa de Gando y en el poblado de Telde, nunca pudo conseguir el dominio total del territorio.[33]

Dada la incapacidad de los señores de Canarias para conquistar las islas que aún permanecían insumisas, los Reyes Católicos lograron en octubre de 1477 que Inés Peraza, la señora titular, renunciara a favor de la Corona los derechos que había heredado sobre la conquista de Gran Canaria, Tenerife y La Palma.[34][35]

La conquista realenga

[editar]

Preparativos

[editar]
En 1477 los reyes de Castilla Isabel y Fernando asumen para la Corona la conquista de las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Los Reyes Católicos, que se encontraban inmersos por esas fechas en la guerra con Portugal, comenzaron enseguida a preparar la expedición conquistadora. Su intención era poseer un puerto de realengo en el archipiélago que sirviera de base a los castellanos para las rutas comerciales a las costas de África occidental y Guinea, controladas por los portugueses.[36]

En los primeros meses de 1478 el rey Fernando se reunió en Sevilla en varias ocasiones con Fernán Guerra, vecino de Lanzarote y buen conocedor de la isla de Gran Canaria por haber estado cautivo en ella, para organizar el plan de conquista.[37]

Para conseguir fondos de financiación, la Corona revistió la futura campaña de empresa evangelizadora, justificando la intervención militar «para que los que por la predicación non se quisieren convertir fuesen conquistados por fuerza de armas». Su objetivo principal era aprovechar el dinero de la bula de indulgencia Pastoris aeterni, concedida en 1472 por el papa Sixto IV para la conversión de los infieles de África e islas adyacentes.[38]

La organización de la expedición fue encargada por los reyes al cronista Alfonso de Palencia, secretario del Consejo Real, a quien se unió posteriormente el asistente de Sevilla Diego de Merlo.[39][40][41]​ Palencia firmó en abril de 1478 la capitulación para la conquista con fray Juan de Frías, obispo de Rubicón y de las islas Canarias, Juan Bermúdez, deán de dicho obispado y capellán real, y Juan Rejón, miembro de la Santa Hermandad y criado de la reina.[42]

La armada se preparó en Sevilla y en Sanlúcar de Barrameda, juntamente con otra que los reyes destinaron a Guinea bajo el mando del capitán catalán Juanoto Boscá. La armada para Gran Canaria estaba formada por unas veinticinco carabelas.[43]

Ambas flotas permanecieron surtas en la bahía de Cádiz bastante tiempo, produciéndose algunos problemas entre los expedicionarios de Gran Canaria. Palencia indica que esto se debió «bien a la habitual desunión entre la dotación, bien a la desidia de los jefes», apuntando también «a la astucia» de Inés Peraza, quien «con el pretexto de que le pertenecía el señorío de las siete Islas Afortunadas, pretendía anular los planes contrarios a sus intentos».[44]

El ejército conquistador

[editar]

Según Alfonso de Palencia, el ejército reunido para la conquista ascendía a unos mil trescientos soldados en un primer momento.[45]​ Por su parte, las crónicas insulares indican que los reyes ordenaron al propio Palencia que dispusiese de seiscientos peones y treinta jinetes, a los que se sumaron numerosos hidalgos aventureros tras ser pregonada la leva voluntaria a cambio de recompensas en forma de tierras.[39][46][47]

El ejército estaba compuesto mayoritariamente por peones, entre los que destacaban los ballesteros, y un grupo reducido de jinetes que servían con sus caballos. Se hallaban también entre la hueste veinte lanzas de la Santa Hermandad, proporcionados directamente por los reyes,[48]​ y algún que otro espingardero.[49]

En las primeras fases de la conquista también se hallaban formando parte del grupo expedicionario un centenar de aborígenes gomeros. Estos habían sido enviados por los reyes en la armada con el objetivo de que fueran devueltos a La Gomera, ya que habían sido liberados de la esclavitud por orden regia.[50][nota 2]​ Asimismo, a partir de 1481 fueron reclutados delincuentes del norte de la península ibérica para servir en la conquista a cambio del perdón real.[52]

Las armas utilizadas por los castellanos eran las típicas de finales del siglo XV: picas, alabardas, espadas, dagas y cuchillos, siendo especialmente destacadas en los combates contra los aborígenes las ballestas.[53]​ El uso de armas de fuego no parece haber sido general, aunque sí hay referencias a la utilización de espingardas.[49]

A lo largo de los cinco años de guerra los reyes enviaron continuamente refuerzos a la isla, aunque el ejército conquistador no llegó a superar el millar de efectivos.[54]

Primera fase de la conquista: 1478-1480

[editar]

Llegada a las islas

[editar]
Península de La Isleta. En este lugar desembarcaron los conquistadores castellanos el 24 de junio de 1478.

Las dos armadas para Gran Canaria y Guinea partieron del Puerto de Santa María rumbo a Canarias en una fecha indeterminada entre finales de mayo y principios de junio de 1478.[39][55][nota 3]

Una vez en el archipiélago la flota de Guinea continuó su viaje, mientras que la armada para la conquista hizo una breve escala en Lanzarote. Arribaron a Gran Canaria en la mañana del 24 de junio, y aunque en un primer momento el objetivo era desembarcar en Gando e instalarse en las proximidades del poblado de Telde, pues el primero era lugar conocido y frecuentado por los castellanos y el segundo la capital de uno de los dos reinos de la isla, finalmente decidieron poner rumbo hacia el puerto de Las Isletas, en el nordeste de la isla, debido al consejo del adalid mayor Fernán Guerra y de un canario cristiano llamado Juan de Telde.[39][61]

Por su parte, los canarios se encontraban sobre aviso debido a que Inés Peraza, con el fin de obstaculizar la misión real, había liberado a una criada suya para que les advirtiera de la próxima llegada de una flota conquistadora.[45]

Según el cronista Alfonso de Palencia, la falta de un liderazgo claro entre la hueste conquistadora provocó que gran parte de la armada se desplegara posteriormente por las islas en busca de esclavos, y que en la isla tan solo permaneciera un contingente de unos trescientos soldados.[62]

Desembarco en Gran Canaria y fundación del real de Las Palmas

[editar]

La armada conquistadora fondeó en el puerto de Las Isletas la mañana del 24 de junio de 1478. Tras una misa oficiada por el deán Bermúdez,[39][63]​ una parte del ejército formada por trescientos soldados saltó a tierra y marchó en orden dirección sur precedidos de los exploradores, mientras que el resto del ejército se dividió entre los que permanecieron en las naves fondeadas en el puerto y los que se marcharon hacia La Palma y Tenerife en busca de esclavos.[45]

El capitán Juan Rejón y el deán Bermúdez dirigieron a los hombres hasta la desembocadura del barranco Guiniguada, a unos seis kilómetros del lugar de desembarco. Allí, decidieron instalar el campamento en la margen derecha del arroyo por consejo del adalid Hernán Guerra y del canario Juan de Telde, debido sobre todo a la buena posición, y a la presencia de agua dulce y de madera en las proximidades. Quedó entonces fundado el real de Las Palmas, denominado así por la abundancia de palmas que se hallaban en la zona, y que fue el germen de la futura ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.[64][65][nota 4]

Una vez asentado el campamento los conquistadores comenzaron inmediatamente a construir para su defensa un muro de tapial en su perímetro, así como a levantar una torre y un almacén donde almacenar los bastimentos, hechos de tapial y piedra seca.[68][69][70]

La batalla del Guiniguada

[editar]
Maqueta del primitivo real de Las Palmas ubicada en la Casa de Colón.

A los tres días de asentar el real, mientras los conquistadores se mantenían fortaleciendo el campamento y levantando la torre, se reunieron en los cerros próximos hasta quinientos canarios de los dos bandos de Gáldar y Telde.[67][71][72]

Según Abréu Galindo el capitán Rejón envió a un intérprete para parlamentar con los canarios. Este les dijo que venían en nombre de los reyes de Castilla para que se sometieran a su autoridad y se convirtieran al cristianismo, a cambio permanecerían en sus tierras en paz y bajo la protección castellana, pero que si rehusaban serían perseguidos, muertos o desterrados. Los canarios le dijeron que al día siguiente les darían la respuesta, pero ensoberbecidos por las victorias que habían tenido sobre los cristianos en los años precedentes, tenían en realidad intención de atacar el campamento al romper el alba. Los castellanos por su parte se mantuvieron en guardia toda la noche debido a que los capitanes desconfiaban de la respuesta dada por los canarios, y al amanecer se hallaban preparados para presentar batalla.[71]

Al amanecer del día 28 de junio de 1478 los dos bandos se enfrentaron en las proximidades del campamento en la denominada batalla del Guiniguada. Tras varias horas de lucha en la que no parecía haber victoria por ninguno, el capitán Rejón logró herir de una lanzada en el muslo al caudillo Adargoma, quien junto a su cuadrilla de guerreros hacía estragos entre los conquistadores. Los canarios, tras la prisión de Adargoma y al ver que llevaban la peor parte en la lucha al haber perdido unos treinta hombres y tener heridos más de cincuenta, decidieron retirarse. Los conquistadores por su parte, que habían perdido siete hombres y heridos casi una treintena, se resguardaron tras las murallas del real.[73][74][75]

Tras la derrota sufrida los canarios rehusaron volver a atacar el real por miedo sobre todo a los caballos, claves para la victoria castellana según Leonardo Torriani, manteniéndose en los altos e interior de la isla. Por su parte, los conquistadores pudieron terminar de fortificar el campamento.[75][76][77]

Intento de asalto portugués

[editar]
El príncipe Juan de Portugal envió una armada contra los castellanos que se encontraban en Gran Canaria en el contexto de la guerra de sucesión castellana.

Mientras los castellanos mantenían el control de la esquina nordeste de Gran Canaria, una armada portuguesa formada por veinte naves y unos mil seiscientos soldados arribó a finales del mes de julio al puerto de Agaete, en el otro extremo de la isla. Había sido enviada por el príncipe Juan de Portugal para que destruyera o expulsara a los castellanos de las islas.[78][79]

Aunque en un primer momento los canarios intentaron impedir el desembarco, los portugueses por medio de un intérprete les hicieron saber que venían para ayudarles a expulsar a los castellanos. Hechas las paces, portugueses y canarios llegaron al acuerdo de que en un día determinado los primeros atacarían a los castellanos en Las Isletas, mientras los segundos harían lo propio con la guarnición que quedara en el real, repartiéndose a partes iguales los prisioneros que se hicieran.[78][79][80][81]

Por su parte, los castellanos hacía tiempo que se hallaban prevenidos de la posible arribada de una armada portuguesa, ya que el rey Fernando había enviado un mensajero desde Castilla con la noticia. Esto había provocado que parte del ejército conquistador que se mantuvo en las naves fondeadas en la bahía de Las Isletas levara anclas y abandonara la empresa.[82]

El día 27 de julio las naves portuguesas arribaron finalmente a Las Isletas. Viendo el número de naves y que en los cerros próximos al real se iban reuniendo más de cuatrocientos canarios, el capitán Rejón partió hacia el puerto con ciento cincuenta peones y casi treinta jinetes, dejando al resto del ejército con el deán Bermúdez guarneciendo el real.[83]​ A pesar de que el cronista Palencia dice que los portugueses, debido al oleaje, no pudieron desembarcar, las crónicas insulares indican que unos doscientos soldados lo lograron, y que una vez en tierra cayeron ante una emboscada planeada por Rejón. Este había ocultado a parte de sus soldados en un malpaís próximo al puerto, mientras él y el resto recibían a los portugueses de frente. Acometidos por dos partes, los lusos fueron derrotados sin poder ser socorridos por las naves debido a las olas.[84][85]

Los canarios, sin conocer la derrota de los portugueses, enviaron por la noche espías para saber qué había sucedido en Las Isletas. Los castellanos apresaron a uno de ellos, y por él supieron el acuerdo que habían hecho en Agaete.[84][86]

Finalmente, el 1 de agosto las fuerzas portuguesas abandonaron la isla tras cinco días de intentos de desembarco sin éxito, debido tanto al oleaje como a la defensa que hacían los castellanos desde tierra. No obstante, antes de abandonar el archipiélago lograron capturar varias naves y hasta a doscientos hombres del ejército castellano que desde la llegada a las islas permanecían asaltando Tenerife y La Palma.[87]

Una vez libres del problema portugués, los capitanes de la conquista acordaron para la rápida conclusión de la misma llevar a cabo una política de tierra quemada. Los castellanos intensificaron las entradas por los territorios de Tamaraceite, el valle del Guiniguada y hacia Telde, los lugares más próximos al real, quemando los sembrados y talando los higuerales que los canarios poseían en ellos. Como resultado muchos canarios de estos territorios acudieron al real para rendirse ante los castellanos y solicitar ser cristianos.[88][89]

Enfrentamientos entre los conquistadores

[editar]

Poco tiempo después comenzaron a producirse divisiones entre los conquistadores, lo que provocó la formación de dos bandos en torno a los capitanes Rejón y Bermúdez. Según las crónicas insulares, estas divisiones se debieron a que los parciales del deán comenzaron a envidiar a Rejón, pues consideraban que este se estaba llevando toda la gloria de la conquista, llegando a negarle la ayuda durante las entradas por la isla.[90]

Gómez Escudero atribuye el inicio de los conflictos precisamente a la política de tierra quemada, pues el deán lo consideraba una práctica cruel contra los canarios, mientras los afines a Rejón le recriminaban al religioso que «solo sabía gobernar la iglesia».[91]​ Por su parte, Abréu Galindo dice que fueron los antiguos vasallos de los Herrera-Peraza que se encontraban entre los conquistadores quienes comenzaron a crear la discordia entre Rejón y el deán.[92]

Según Abréu Galindo, el deán escribió a los reyes quejándose de las actuaciones de Rejón, acusándole de hacer paces y treguas innecesarias con los canarios que provocaban la dilación de la conquista, así como de no repartir correctamente los mantenimientos entre la hueste lo que había causado la falta de los mismos.[93]

Los reyes decidieron entonces enviar a un representante real a la isla para que impusiera el orden entre los conquistadores. El 27 de agosto de 1478 expidieron su carta de nombramiento con el cargo de gobernador a favor de Pedro del Algaba, contino regio y diputado provincial de la Santa Hermandad en Sevilla.[94]

Cronología resumida de la conquista

[editar]
Conquista de Gran Canaria (1478-1483)
Fecha Evento
24 de junio de 1478 Desembarco en Las Isletas y fundación del real de Las Palmas.
28 de junio de 1478 Batalla del Guiniguada.
Del 27 de julio al 1 de agosto de 1478 Intentos de desembarco en Las Isletas de una armada portuguesa.
27 de agosto de 1478 Nombramiento por los reyes de Pedro del Algaba como gobernador de Gran Canaria para terminar con las disensiones entre los conquistadores.
Entre septiembre y diciembre de 1478 Llegada de Pedro del Algaba y prisión de Juan Rejón, que es enviado a Castilla.
8 de agosto de 1479 Llegada de una nueva armada bajo el mando de Pedro Hernández Cabrón y el obispo de Rubicón Juan de Frías.
24 de agosto de 1479 Batalla en Tirajana con derrota de los conquistadores.
4 de febrero de 1480 Nombramiento de Pedro de Vera como nuevo gobernador y capitán mayor de Gran Canaria.
2 de mayo de 1480 Juan Rejón regresa en secreto a Gran Canaria.
3 de mayo de 1480 Rejón arresta a Pedro del Algaba.
28 de mayo de 1480 Algaba es ejecutado por orden de Rejón.
18 de julio de 1480 Llegada de Pedro de Vera a Gran Canaria.
20 de agosto de 1480 Batalla de Arucas, donde muere el caudillo Doramas a manos de Pedro de Vera.
30 de agosto de 1480 Batalla en algún punto indeterminado del norte de la isla con victoria castellana.
Septiembre u octubre de 1480 Nueva batalla en Tirajana con victoria castellana.
Abril o mayo de 1481 Son enviados cuatro canarios principales a dar obediencia a los reyes en Calatayud.
Agosto y septiembre de 1481 Construcción de la torre de Agaete.
Principios de noviembre de 1481 Batalla en algún puerto de montaña indeterminado con victoria castellana y destrucción de los sembrados de los canarios.
Febrero de 1482 Los conquistadores capturan al guanarteme de Gáldar Tenesor Semidan, que es enviado a Castilla.
5 de mayo de 1482 Nueva entrada en Tirajana y Taidía, y asalto a la fortaleza de Titana con victoria castellana.
28 de octubre de 1482 Llegada de Miguel de Mújica y Fernando Guanarteme con trescientos ballesteros.
15 de diciembre de 1482 Gran batalla en la cumbre central de la isla con victoria castellana y captura de numerosos canarios.
30 de diciembre de 1482 Los castellanos ponen sitio al roque Bentayga, dándose la rendición del faycan de Gáldar y de un caudillo de Telde con sus gentes. El faycan de Telde y Bentejuí se refugian en Tasarte con otros doscientos canarios.
Enero o febrero de 1483 Batalla de Ajódar, con victoria de los canarios.
29 de abril de 1483 Rendición definitiva de los canarios rebeldes en Ansite y final oficial de la conquista.

En la ficción

[editar]

La conquista de Gran Canaria ha sido dramatizada en diferentes obras, tanto escritas como audiovisuales:

  • Tirma. Romance de la conquista de la Gran Canaria (1947), obra teatral de Juan del Río Ayala.
  • Tirma. La principessa delle Canarie (1954), largometraje hispano-italiano dirigido por Paolo Moffa y Carlos Serrano de Osma.
  • Historia de Canarias (1995), serie animada creada por Claudio Biern Boyd cuyo episodio undécimo está dedicado a la conquista de Gran Canaria.
  • Ansite (2011), cortometraje dirigido por Armando Ravelo.
  • Abenchara (2014), novela de Faneque Hernández.
  • Datana (2017), novela de Carlos González Sosa.
  • Atis Tirma (2021), novela de Ulises Martín Hernández.
  • Los giros del destino. Una novela sobre la conquista de Gran Canaria (2023), novela de Mariano Gambín García.

Notas

[editar]
  1. Las dataciones modernas en diferentes yacimientos arqueológicos de la isla no han dado fechas anteriores al siglo III d. C.[15]​ No obstante, en la Historia natural del escritor romano Plinio el Viejo sobre las islas Afortunadas, basado a su vez en el testimonio de una expedición enviada a las islas por el rey maurtiano Juba II a finales del siglo I a. C., se indica que en Canaria «aparecen rastros de edificios».[16]
  2. Estos gomeros habían sido capturados en 1477 por Hernán Peraza, hijo de los señores de Canarias, junto con varios armadores onubenses. Fueron llevados a Castilla con intención de ser vendidos como esclavos, pero el obispo Juan de Frías denunció los hechos ante los reyes ya que los gomeros eran cristianos y no podían ser esclavizados. Finalmente los reyes los liberaron y ordenaron a los capitanes de la conquista que los trasladasen a su isla.[51]
  3. No existen datos oficiales sobre el día de la partida, aunque una carta expedida por el rey Fernando el 26 de mayo parece indicar que las armadas aún no habían partido.[56]​ En cuanto a lo indicado por las crónicas, Abréu Galindo y Gómez Escudero dicen que la partida fue el 23 de mayo,[39][57]​ mientras que para Marín de Cubas fue el 13 de junio.[58]​ Por su parte, Alfonso de Palencia dice que las flotas llegaron a aguas de Mauritania el día 4 de mayo.[44]​ La navegación desde Cádiz a Canarias se podía hacer en ocho días con buen tiempo.[59][60]
  4. Las crónicas de la conquista, Leonardo Torriani y Abréu Galindo ignoran el hecho de que el real se asentara en Guiniguada por consejo del adalid Hernán Guerra y del canario Juan de Telde. Para las cróncias y Torriani, fue un anciano canario que se hallaba mariscando en la zona quien les indicó a los conquistadores el lugar idóneo para instalar el campamento, mientras que para Abréu se debió a una mujer canaria que luego despareció, siendo tomada como una aparición de santa Ana y a la cual dedicaron la primitiva ermita fundada posteriormente en el real.[64][66][67]

Referencias

[editar]
  1. Serra Ràfols, 1990, pp. 32.
  2. Morales Padrón, 1978, pp. 22-23.
  3. Jiménez González, 1998, pp. 202-203.
  4. López Alonso, 2017.
  5. Morales Padrón, 1978, pp. 41-42.
  6. Jiménez González, 1998, pp. 205.
  7. Cebrián Latasa, 2007, pp. 115-117.
  8. Morales Padrón, 1978, pp. 41-44.
  9. Jiménez González, 2009-2010, pp. 50-51.
  10. Cebrián Latasa, 2007, pp. 114; 118-119.
  11. Morales Padrón, 1978, pp. 54.
  12. Cebrián Latasa, 2007, pp. 110-112; 149-150.
  13. Jiménez González, 1998.
  14. Socorro, 2022.
  15. Alberto Barroso et al., 2020, pp. 9-10.
  16. García García, 2008, pp. 155-156.
  17. Serra Ràfols, 1961, pp. 222-224.
  18. Jiménez González, 1990.
  19. Abréu Galindo, 1848, pp. 78.
  20. Morales Padrón, 1978, pp. 123.
  21. Mederos Martín, 2019, pp. 8-10.
  22. a b Bernáldez, 1870, pp. 185.
  23. Alberto Barroso, Delgado Darias y Velasco Vázquez, 2023.
  24. Pulgar, 1780, pp. 203.
  25. Torriani, 1959, pp. 109-110.
  26. Abréu Galindo, 1848, pp. 89.
  27. Abréu Galindo, 1848, pp. 89-90.
  28. Torriani, 1959, pp. 109.
  29. López de Toro, 1970, pp. 373.
  30. Abréu Galindo, 1848, pp. 70.
  31. Mederos Martín, 2019, pp. 10.
  32. Zurara, 1841, pp. 378.
  33. Mederos Martín, 2019, pp. 10-12.
  34. Mederos Martín, 2019, pp. 12.
  35. Rumeu de Armas, 1978, pp. 52-54.
  36. Rumeu de Armas, 1975, pp. 94-95.
  37. Rumeu de Armas, 1990, pp. 649-651.
  38. Rumeu de Armas, 1969, pp. 40.
  39. a b c d e f Abréu Galindo, 1848, pp. 113.
  40. Morales Padrón, 1978, pp. 23.
  41. López de Toro, 1970, pp. 367.
  42. Rumeu de Armas, 1969, pp. 178-179.
  43. López de Toro, 1970, pp. 341-343.
  44. a b López de Toro, 1970, pp. 345.
  45. a b c López de Toro, 1970, pp. 349.
  46. Morales Padrón, 1978, pp. 125; 198; 236; 276; 392.
  47. Torriani, 1959, pp. 130.
  48. Rumeu de Armas, 1969, pp. 180.
  49. a b Ladero Quesada, 1966, pp. 67.
  50. Rumeu de Armas, 1969, pp. 48-51.
  51. Rumeu de Armas, 1969, pp. 50-51.
  52. Aznar Vallejo, 1981, pp. 19.
  53. Delgado Darias et al., 2016, pp. 767-768.
  54. Morales Padrón, 1978, pp. 71.
  55. Morales Padrón, 1978, pp. 24.
  56. Rumeu de Armas, 1969, pp. 182-183.
  57. Morales Padrón, 1978, pp. 392.
  58. Arias Marín de Cubas, 1986, pp. 161.
  59. Carriazo y Arroquia, 1946, pp. 9.
  60. Morales y Martínez de Escobar, 1910, pp. 11-15.
  61. Rumeu de Armas, 1990, pp. 25.
  62. López de Toro, 1970, pp. 349-351.
  63. Morales Padrón, 1978, pp. 125; 198; 236; 277.
  64. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 113-114.
  65. Morales Padrón, 1978, pp. 125-126; 198-199; 236; 277.
  66. Morales Padrón, 1978, pp. 126; 199; 236; 277.
  67. a b Torriani, 1959, pp. 131.
  68. Abréu Galindo, 1848, pp. 114.
  69. Morales Padrón, 1978, pp. 199; 237; 277; 393.
  70. González Marrero y Onrubia Pintado, 2018, pp. 173-175.
  71. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 115.
  72. Morales Padrón, 1978, pp. 126; 199; 236; 277; 393-394.
  73. Abréu Galindo, 1848, pp. 115-116.
  74. Morales Padrón, 1978, pp. 126-127; 199-200; 236-237; 277-278; 354-355; 393-395.
  75. a b Torriani, 1959, pp. 131-132.
  76. Abréu Galindo, 1848, pp. 116.
  77. Morales Padrón, 1978, pp. 127; 200; 237; 278; 395.
  78. a b López de Toro, 1970, pp. 351.
  79. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 117.
  80. Morales Padrón, 1978, pp. 127-128; 200; 237; 279.
  81. Torriani, 1959, pp. 132.
  82. López de Toro, 1970, pp. 347-349.
  83. López de Toro, 1970, pp. 351-355.
  84. a b Abréu Galindo, 1848, pp. 118.
  85. Morales Padrón, 1978, pp. 128-129; 200-201; 237-238; 279-280; 395-396.
  86. Morales Padrón, 1978, pp. 129; 201; 238; 280; 396.
  87. López de Toro, 1970, pp. 355.
  88. Abréu Galindo, 1848, pp. 116; 118.
  89. Morales Padrón, 1978, pp. 129; 201; 238; 280; 397.
  90. Morales Padrón, 1978, pp. 130; 202; 238; 281.
  91. Morales Padrón, 1978, pp. 397.
  92. Abréu Galindo, 1848, pp. 119.
  93. Abréu Galindo, 1848, pp. 120.
  94. Gambín García, 2000, pp. 43-44.

Bibliografía

[editar]