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Decapentasílabo

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El decapentasílabo o pentadecasílabo es un verso de arte mayor, de quince sílabas, muy poco utilizado en español. Constituye, en cambio, el verso popular por excelencia en la literatura griega medieval y moderna, donde se lo conoce también como 'verso político' o 'público' (πολιτικὸς στίχος).

Uso en la literatura española

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El pentadecasílabo aparece por primera vez en la literatura española en el siglo XIX. Tomás Navarro Tomás distingue dos variantes en la literatura de este período:

  • El pentadecasílabo dactílico está formado por una sílaba átona, en anacrusis, seguida de cuatro cláusulas dactílicas y una final, trocaica. Dicho de otro modo, tiene marca rítmica en las sílabas segunda, quinta, octava, décima y decimocuarta: Qué horrible me fuera, brillando tu fuego fecundo (Gertrudis Gómez de Avellaneda, «Noche de insomnio y el alba»).
  • El pentadecasílabo compuesto está formado por una sílaba átona, en anacrusis, seguida de siete cláusulas trocaicas. Dicho de otro modo, presenta marca rítmica en todas las sílabas pares. Puede dividirse generalmente en un hemistiquio heptasílabo y otro octosílabo, aunque en ocasiones la sílaba séptima contiene una sinalefa, indicando que ha de sonar como una unidad, sin división en hemistiquios. Sinibaldo de Mas describió este verso y lo utilizó en su traducción del Arte poética de Horacio y en otros poemas suyos. De uno de ellos, «Pot-pourri», 56, procede el siguiente fragmento: ¿Por qué a turbarme vienes entre sueños engañosa?[1]

En la poesía modernista, encontramos de nuevo versos de este tipo, ampliándose el panorama con nuevos experimentos métricos:

En la canción Moliendo Café del compositor venezolano Hugo Blanco encontramos pentadecasílabos compuestos que tienden a dividirse en dos hemistiquios (9 + 6):

Cuando la tarde languidece, renace la sombra,
y en la quietud los cafetales vuelven a sentir,
esta triste canción de amor de la vieja molienda,
en el letargo de la noche parece gemir.

Uso en la literatura griega

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El decapentasílabo, también llamado 'verso político' o 'público' (πολιτικὸς στίχος), es el verso por excelencia de la poesía popular neohelénica.[3]​ Consta de dos hemistiquios, de ocho y siete sílabas, separados por una cesura. Los primeros testimonios que se conservan son del siglo X. Se conjetura que debió de surgir entre el siglo VI (en que surgen los primeros versos de ritmo acentual) y el X.

No hay acuerdo sobre el origen del verso, que algunos sitúan en la métrica griega y otros en la latina (donde tiene un precedente, el versus quadratus).[4]

El decapentasílabo griego tiene las siguientes características: cada verso posee sentido completo, por lo que no se da el encabalgamiento; lleva acentos obligados en las sílabas sexta u octava del primer hemistiquio y la decimocuarta del segundo y generalmente no va rimado.[5]

Así comienza, por ejemplo, la canción popular griega «Cómo se atrapa el amor»:

Εβγάτε αγόρια στο χορό, κοράσια στα τραγούδια.
Salid, muchachos, a bailar; salid a cantar, niñas.[6]

Bibliografía

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Notas

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  1. Navarro Tomás 1986: 370.
  2. Navarro Tomás 1986: 440-1 y 518-9, que agrupa todos los casos de pentadecasílabo no dactílico dentro de la categoría 'pentadecasílabo compuesto'.
  3. Sobre el adjetivo πολιτικός hay dos interpretaciones: que alude al carácter popular o vulgar de este metro o que hace referencia a Constantinopla, llamada en griego la Polis («la Ciudad»), por antonomasia.
  4. Según García Calvo (2006: 1364-5), procede del tetrámetro trocaico cataléctico, a través del siguiente proceso: primero se generaliza la norma de que el golpe rítmico (en las sílabas largas, impares) vaya precedido de tono acentual (es decir, de sílaba tónica) en las sílabas breves, pares: tātá tātá tātá tātá / tātá tātá tātá tā; después, desaparecida la distinción entre sílabas largas y breves, el acento en las sílabas pares se convierte en marca rítmica: tatàtatá tatàtatá - tatá tatàtatáta, con acento principal o dominante en las sílabas cuarta, octava, décima y decimocuarta y acento secundario o dominado en las demás sílabas pares.
  5. Martín García y Golderos Fernández, «Introducción» a Politis 2006, pp. 16-7.
  6. Politis 2006, pp. 322-3.